viernes, 8 de agosto de 2014

Un paseo por la Ruta del Cid (II)

De nuevo en ruta, de nuevo en busca de la historia. Esta vez la crónica es de un sólo día. Nos llevará por los caminos de Castilla, primero Castilla-León y posteriormente Castilla-La Mancha. Pasaremos por muchos pueblos, pueblos marcados por la historia, pueblos que viven de la historia, pueblos que han contribuído a hacer nuestra historia. Y recalco lo de nuestra historia porque  si hay algo que enriquece a un país, que enriquece a una persona, es su historia; cuanto más rica sea la historia, más rico es el  país, más rica es la persona. Andamos tras los pasos del Cid en su andadura por el destierro hacia tierras levantinas. Pasaremos por pueblos abandonados cuyo nombre aparece con letras de oro en el Cantar del Mío Cid y que ahora no son más que un montón de piedras, desafortunadamente, sin valor.  Otros, como Burgo de Osma o Berlanga de Duero brillan con luz propia, con luz de cultura, con luz de historia.......

Si hay algo que choca con lo antiguo es la tecnología. En nuestro periplo por esos caminos hemos perdido imágenes, nos salen movidas o con muchas vibraciones que hacen que la imágen no sea todo lo buena que nos hubiera gustado pero ahí queda que es lo importante.

Nuestro camino empieza en Burgo de Osma y terminará en Atienza. Paseremos por buenas carreteras, y no tan buenas. Pistas de grava, carreteras muy estrechas y bacheadas con unos entornos preciosos por los que nunca pensaríamos pasar si no fuera porque nos lo marca El Destierro pero que agradecemos precisamente por eso, por esconder una belleza paisajística al alcancede todos y sin embargo que pocos disfrutan.

Los primero será ver una foto de la ruta que hemos llevado.


Una panorámica de la plaza mayor de Burgo de Osma. Muy bonita, desde mi punto de vista.




Magnífica arquitectura castellana.


Este es el interior del balneario. A tener en cuenta para un fin de semana de relax, sin duda.



Bonitas calles del casco antiguo.




La torre de la catedral.

Tras la visita a Burgo de Osma, nos dirijimos hacia la fortaleza de Orgaz. Por el camino atravesamos Navapalos, ahora abandonado aunque pudimos ver un par de casa reacondicionadas, pueblo que se cita en el Cantar del Mío Cid.





Dos panorámicas desde lo alto de la Fortaleza mostrando los amplios campos de Castilla


              "No demoran el mandato de su señor,
                                                       deprisa cabalgan, andan de día y de noche,
                                                       llegaron a Gormaz, un castillo muy fuerte,
                                                       allí se albergaron en verdad una noche."

                                                       Versos 2841 y ss. CMC


Las motos descansan cual jamelgos después de una larga y cansada jornada. El calor aprieta y aún queda un largo camino por andar.

La fortaleza califal de Gormaz es uno de los hitos fundamentales de este viaje. El Cid fue alcaide de esta plaza como posiblemente lo fue también de Langa y Berlanga. Pero, además, Gormaz juega un papel esencial en nuestra historia: en el año 1081 la población que vivía a las faldas del castillo fue atacada por un contingente musulmán, lo que provocó una dura represalia del Cid en forma de algara por los territorios musulmanes próximos pertenecientes a la taifa de Toledo, por entonces aliada estratégica del rey Alfonso VI. El Cid actuó por cuenta propia sin solicitar permiso a su rey, Alfonso. Este hecho y la dureza del ataque contribuyó a desencadenar el primer destierro del Cid, que tuvo lugar ese mismo año.



Pero la historia de la fortaleza comienza mucho antes. Se halla ubicada en un cerro habitado desde la Edad del Bronce, hace 4.000 años; de hecho se cree que el topónimo Gormaz es de origen preromano. Tras la invasión árabe, las tierras de la extremadura castellana, incluida la línea del Duero, quedaron despobladas y convertidas en lugar baldío. A mediados del siglo X el empuje de los reinos cristianos del norte les lleva a establecer diversas "cabezas de puente" en Osma, San Esteban, y también en Gormaz, que pasó de manos leonesas a manos cordobesas en varias ocasiones. Con el objetivo de reforzar sus posiciones en la zona, bajo gobierno de Abderramán III se refuerzan los bastiones de Madinat Salim (Medinaceli) y Gormaz, cuya fortaleza es levantada por el general Ghalib en 965. En 975 la fortaleza sufrió un duro asedio por un alianza de reinos cristianos, desbaratada por el general Ghalib tras una cruenta batalla campal. Sólo en 1059 Gormaz pasaría a manos del rey leonés Fernando I, padre de Alfonso VI, junto con Vadorrey y Berlanga. Posteriormente, este último delegaría en el Cid la custodia de la fortaleza.


Preciosa instantánea de la plaza de Atienza

A la izquierda dejan Atienza, una peña muy fuerte,
la sierra de Miedes la pasaron entonces,
por los Montes Claros espolean con vigor.
Versos 2691 y ss. CMC


(Foto cortesía de la web www.fuenterrebollo.com)


Según el Cantar, y para no ser descubiertas, las huestes del Cid cabalgan de noche y descansan por el dí­a, evitando fortalezas como la de Atienza, a la que denomina "una peña fuerte".

La historia ofrece más información sobre la villa: la situación de Atienza, en zona de frontera entre los reinos cristianos del norte y los reinos musulmanes del sur, supuso que durante los siglos IX a XII cambiara de manos en diversas ocasiones. No existe mucha documentación sobre el pasado altomedieval de la villa: al parecer, a principios del siglo XI el califa de Córdoba, Sulayman, la entregó al Conde Sancho Garcés junto con otras fortalezas, como la de Gormaz, como contraprestación al apoyo del conde en su pugna por el califato. Por entonces Atienza estaba ya fortificada (el historiador Al Razi afirma que ya en el siglo X Atienza era una de las fortalezas más fuertes del norte de la actual Guadalajara), aunque los orígenes del castillo actual datan del siglo XII. Tras la desintegración del califato, Atienza, petreneciente al reino taifa de Toledo, fue conquistada por Alfonso VI en 1085, aunque no pasarí­a definitivamente a manos cristianas hasta que en 1112 la tomó Alfonso I de Aragón, El Batallador. En 1149, Alfonso VII concedió fuero a la villa, y poco después, el aún joven prí­ncipe Afonso VIII fue protagonista de las luchas internas nobiliarias de las que salió indemne gracias a la ayuda de los habitantes de Atienza, que aún celebran este hecho todos los años en la Fiesta de la Caballada, fiesta que se remonta a 1162.


Podéis encontrar toda la documentación necesaria para haceros vuestra propia ruta en El Camino del Mío Cid

Y para terminar, un vídeo de esta pequeña ruta por tierras castellanas.









La Ruta del Cid II from Pacolf on Vimeo.

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