martes, 25 de junio de 2013

Un paseo por La Alberca y Salamanca

El sábado 22, después de desayunar, salimos con nuestra moto camino de Salamanca. Cogimos la autopista ya que la agenda era algo apretada. Dos horas escasas nos llevaron hasta el hotel Puente Romano. Hicimos "checking", dejamos el equipaje en la habitación y cogimos rumbo hacia La Alberca. La carretera tiene de todo: largas rectas bordeadas de la ya célebre dehesa salmantina y curvas una vez que te acercas a la sierra.

LLegamos a La Alberca


y, como era de esperar, había bastante gente. No tanta como pensaba que iba a haber pero sí que las calles iban bastantes concurridas. A medida que andábamos por sus calles, esa mezcla de rústico de su arquitectura y el olor a embutido te embriagaba de tal manera que era difícil resistirse a la tentación de, al menos, curiosear las tiendas o en el mejor de los casos comprar algo para llevar a casa y disfrutar junto con una cervecita a la hora del partido. Al llegar a la plaza



pudimos contemplar las terrazas de los bares. Curiosamente unas llenas y otras vacías. El motivo: en la terrazas vacías daba el sol de lo lindo y apetecía poco tostarse.

Embutido estupendo


y cervecitas, sin alcohol, fueron la base de nuestra comida que decidimos no fuera abundante, la edad no perdona, ya que el plato fuerte iba a ser, y así lo habíamos pensado, el tapeo en Salamanca.

Un pequeño paseo y unas fotos






y nos dispusimos a alcanzar nuestro siguiente objetivo: La Peña de Francia. A medida que nos acercábamos, como un gigante nos acompañaba por la carretera hasta llegar al desvío anunciado y sorpresa: la carretera estaba cortada. Un cartel provisional naranja así lo indicaba y las señales fijas que indicaban la dirección estaban tapadas con bolsas de plástico. En fin, nuestro gozo en pozo. Decidimos pues volver a Salamanca por la misma carretera que nos trajo, con curvas y rectas, con bosques y dehesas hasta que alcanzamos la ciudad que nos invitó a un pequeño paseo y un café antes de volver al hotel para duchita, cambiarnos de ropa y recorrer el casco antiguo y tomar algunas tapas.

Debo reconocer que Salamanca


nos sorprendió gratamente. Ciudad que cabalga entre su histórica universidad, la más antigua universidad de España en activo, y sus universitarios sorprende por el gran ambiente que hay de terrazas donde se dan cita todo tipo de personas. El gentío de sus calles


nos llevará, casi sin pensarlo, hasta la plaza Mayor. Maravillosa Plaza Mayor


Construida por Alberto y Nicolás Churriguera de un maravilloso estilo barroco, embriaga e invita a recorrer sus soportales sin duda cargados de historia

El pórtico de la Universidad y su famosa rana junto con las imágenes de la catedral cierran esta visita a tan ilustre villa.






Saludos



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